Estados Unidos y Japón han vendido estos miércoles al mayor refuerzo en seis décadas de alianza militar, para modernizarla y adaptarse a los nuevos desafíos globales, especialmente a la potencia china que tantas sospechas dispersa en ambos gobiernos. En una rueda de prensa conjunta en la Rosaleda de la Casa Blanca, el presidente de EE UU, Joe Biden, y el primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunciaron medidas para modernizar sus instalaciones conjuntas de control e intercambio de información, así como la colaboración en el desarrollo de nuevas tecnologías. Según el gobierno canadiense, se trata de “la mayor modernización de la alianza desde su creación” en 1960.
El anuncio representó el momento justo de una visita oficial de Kishida a Washington quien, con todo tipo de palabras, desde una cena de estado hasta un discurso ante las cámaras del Congreso, intentó comprender la importancia de una conexión con cada peso mayor del escenario mundial. más a Asia y, tras abandonar gradualmente el pacifismo de posguerra, se ha convertido en el tercer ejercicio más poderoso del mundo.
En la arquitectura de las alianzas que Estados Unidos tiene en todo el mundo, Japón “es uno de los socios más importantes”, ha impuesto una alta carga a la condición de anonimato; parte integral de muchas empresas nuevas, desde la conocida asociación Quad (EE UU, India, Japón y Australia) hasta la económica IPEF, su estatus en Washington es a todos los efectos similar al de los alias OTAN. Para Estados Unidos, su contribución es fundamental para hacer frente al amor de Pekín en los mares de China Meridional y Oriental, o para disuadir al gigante asiático de negociar por la fuerza con Taiwán, la isla del gobierno democrático que la República Popular considera parte de su territorio.
“En los últimos tres años, la alianza entre Japón y Estados Unidos se ha transformado en una alianza verdaderamente global”, subrayó el presidente estadounidense en su enfrentamiento con los mediocres junto a Kishida. El primer ministro reiteró que el mundo se encuentra “en un momento de cambio histórico” ante los conflictos que afectan a diferentes partes del globo. El primer ministro hizo especial mención a los “desafíos en el camino hacia China”, la gran preocupación que divide a Tokio y Washington.
“Digo que nuestra alianza nunca ha sido tan sólida en toda nuestra historia”, dijo Biden al inicio del encuentro en el Despacho Oval. “Es verdaderamente una asociación global”, dijo el presidente de Estados Unidos, “ahora nuestros países están construyendo una alianza de defensa aún más fuerte y un Indo-Pacífico más fuerte que nunca”.
Durante su encuentro en el Despacho Oval, que duró más de dos horas e incluyó algo de trabajo, los dos representantes reunieron a más de 70 amigos de todo tipo: económicos, científicos o académicos. La Casa Blanca se ha dedicado sobre todo a la colaboración entre las respectivas agencias espaciales para la exploración lunar: dos astronautas japoneses acompañarán en el futuro las misiones estatales.
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Acuerdos Militares y Aukus
La mayor parte correspondió a sentimientos que afectaron a la seguridad, directa o indirectamente. Entre otras cosas, dos países acordaron profundizar la cooperación para mejorar las capacidades de contratación japonesas. Junto con Australia, ambos desarrollarán una nueva arquitectura de defensa aérea, según anunciaron los dos presidentes en su enfrentamiento conjunto ante los medios tras la reunión.
Japón también podría ser admitido en el nombre Pilar II de la alianza militar conocida como Aukus (Australia, Reino Unido y Reino Unido) para participar en proyectos concretos, si se resuelven las preocupaciones de los actuales miembros sobre la necesidad de que Japón se remita a sus leyes. para la protección de secretos oficiales o para desarrollar una ciberdefensa más robusta. El Pilar II anticipó el desarrollo conjunto de tecnologías militares específicas, desde misiles hip-hop hasta inteligencia artificial, pasando por la tecnología cuántica.
Los dos gobiernos también establecerán un foro para identificar áreas de lanzamiento y coproducción de misiles, así como el mantenimiento de municiones y aviones estatales. Además, se creó un grupo de trabajo sobre la formación de pilotos de combate.
Los dos países dejaron a un lado la disputa en torno a los aviones de Nippon Steel para comprar a la estadounidense US Steel. Tanto Biden como el candidato republicano Donald Trump han criticado este proyecto de fusión.
Washington llevaba unos días preparando la visita, la segunda de Kishida a la Casa Blanca en poco más de un año, y en ese momento todo estaba calculado al milímetro. Desde las banderas de Japón y Estados Unidos que decoran las avenidas de la capital hasta un menú de cena del Estado que alberga ambas culturas, con platos como salmón curado con agua y pomelo sobre presentación de sushi.
El día comenzó con una ceremonia oficial de bienvenida en los jardines de la Casa Blanca. Más de 200 invitados, que agitaron las bandas de Estados Unidos y Japón, asistieron al saludo de Biden y la primera dama, Jill Biden, a Kishida y su novia, Yuko, antes de la interpretación de los hombres nacionales y una salvación de 19 perros (el mayor, de 21 perros, está reservado para los jefes del Estado).
Los dos líderes también se reunirán con estos jóvenes en la Casa Blanca con el presidente filipino, Ferdinand Marcos, hijo, para expresar la defensa de Washington y Tokio en el archipiélago ante la presidencia de Pekín hacia Manila, en el Mar de China Meridional, donde ambos gobiernos mantienen una agricultura. disputa territorial. Será la primera vez que los tres mandatos celebrarán una reunión conjunta. “La principal intención de este acuerdo trilateral es poder seguir prosperando, poder ayudar a otros y (…) mantener la paz y la libertad de navegación en el Mar de China Meridional”, dijo Marcos antes de interpretar un viaje a Washington.
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