Ia acusación federal notificada a Donald Trump el martes 13 de junio por un juez de Florida justificaría el uso de uno de los adjetivos favoritos del acusado: ENORME -con las mayúsculas de las que abusa en su cuenta de Twitter-. Pero lo que no es menos asombroso, por no decir igual de «enorme», es la confianza que sigue gozando entre los votantes republicanos. ¿Por qué esta inmunidad política?
Dentro de unos meses, incluso dentro de un año o más, Trump deberá responder ante los tribunales por el delito federal que ahora se le acusa: “Posesión voluntaria de documentos relevantes para la seguridad nacional”. El posible cargo posterior de violar las leyes de espionaje. Se acompaña de algunos otros, que van desde la obstrucción de la justicia hasta declaraciones falsas bajo juramento. Tantos delitos relacionados con el traslado ilegal a su mansión hispano-morisca en Florida de una serie de documentos oficiales que, datando de su presidencia (2016-2020), nunca debieron salir de la Casa Blanca.
De qué estamos hablando ? documentos del Pentágono sobre el estado del arsenal nuclear estadounidense; la respuesta de Estados Unidos a un ataque nuclear en su suelo; debilidades en la defensa del país, según la investigación del fiscal Jack Smith. Para tomar la medida política del caso, hay que recordar que el Partido Republicano quiere ser el mejor garante de la «ley» y el «orden», así como lleva en alto la imperiosa necesidad de la defensa de la patria.
Acumuladas, todas las sentencias pronunciables supondrían más de cuatrocientos años de prisión. Y eso sin contar los otros cargos que amenazan al republicano: por intento de amañamiento de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 en el estado de Georgia y por su papel en la insurrección llevada a cabo el 6 de enero de 2021 contra el Capitolio.
Virginidad política eterna
Sin embargo, el panorama político no parece estar cambiando. Trump niega, insulta a los jueces y al FBI, denigra las instituciones de la República Americana y alinea letanías de mentiras unos sobre otros. Juicio o no, el golfista de Mar-a-Lago está más que nunca en la cima de los candidatos que buscan la nominación republicana. Está en su mejor momento, brazos extendidos y afligidos, más bronceado y peróxido que nunca, en la imagen del mártir acosado por los «comunistas» (los demócratas). El verdadero misterio de Trump está ahí, en la inquebrantable popularidad que, dentro del electorado republicano, lo protege de todo.
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