La tensión en las relaciones entre EE.UU. e Irán ha sido la tónica general durante décadas. Desde la llegada al poder de los ayatolás, en la Revolución Islámica de 1979, la alianza entre ambos países quedó rota y las tiranteces entre ambos Estados han sido una constante. Después de un vago acercamiento durante el mes de septiembre, la guerra entre Israel y Hamás ha hecho rebrotar las amenazas y ataques entre la Administración de Joe Biden y el régimen de Alí Jamenei.
El pasado mes de septiembre se produjo un histórico intercambio de prisioneros entre EE.UU. e Irán. Cinco reos estadounidenses salieron del país asiático tras ser liberados de arresto domiciliario en un acuerdo en el que Washington hizo lo propio con cinco presos iraníes. Además, Biden levantó las sanciones sobre 6.000 millones de dólares en fondos por venta de petróleo.
Un enfriamiento de las tensiones que saltó por los aires el 7 de octubre. El ataque de Hamás a Israel que dejó 1.400 muertos y más de 200 secuestrados provocó que, de nuevo, Estados Unidos e Irán se situaran en bandos opuestos. La milicia palestina ha sido apoyada y financiada por los ayatolás desde su nacimiento y, a pesar de que no haber sido confirmado por ninguno de los países implicados, la sobra de la sospecha sobre el conocimiento del régimen iraní de las intenciones de Hamás permanece.
A pesar de que el foco del conflicto se encuentra en la franja de Gaza, bombardeada por el Ejército israelí y bajo la amenaza de una invasión terrestre, el enfrentamiento entre EE.UU. e Irán, aunque de forma indirecta, se ha desplazado a Siria e Irak, lugares que cuentan con la presencia de tropas estadounidenses y fuerzas iraníes. Una presencia discutida y criticada por ambas partes.
Desde el 17 de octubre se ha producido un crecimiento en los ataques a las fuerzas americanas. Hasta el pasado jueves por la tarde, según el Pentágono, sus tropas habían sido atacadas al menos 12 veces en Iraq y cuatro veces en Siria, con el resultado de 21 militares heridos. La escalada bélica dio paso al cruce de amenazas entre ambas potencias.
Joe Biden advirtió a Jomeini sobre las consecuencias que tendrían los ataques contra las tropas estadounidenses: «Responderemos y él debe estar preparado. No tiene nada que ver con Israel». Mientras que el ministro de Exteriores iraní, Hossein Amirabdollahian, amenazó directamente a EE.UU. en la Asamblea General de Naciones Unidas: «Si continúa el genocidio en Gaza, no se librarán de estos fuegos».
A modo de respuesta, en el último episodio hasta la fecha de las tiranteces entre ambas potencias nucleares, el ejército estadounidense ha atacado dos instalaciones en el este de Siria utilizadas por los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC) y grupos afiliados, según ha comunicado el secretario de Defensa, Lloyd Austin.
Los ataques y las declaraciones son un reflejo del aumento de la tensión que ha experimentado la relación entre EE.UU. e Irán en las últimas semanas. La futura invasión terrestre de Gaza, anunciada por Israel pero no ejecutada todavía, elevaría todavía más el voltaje y acarrearía consecuencias difíciles de imaginar.