Sólo el 50% del agua está baja o baja. La solución es tecnológica | Tecnología

Sólo el 50% del agua está baja o baja.  La solución es tecnológica |  Tecnología
Carmen Flores Cayuela, investigadora del grupo Idráulica e Riegos de la Universidad de Córdoba y Tic4bio, muestra una aplicación móvil para el control del agua de riego junto a uno de los sensores instalados en el Cortijo El Puerto de la localidad sevillana de Lora del Río.Raúl Limón Gallardo

La solución a la fuga de agua pasa principalmente por la recuperación del régimen de precipitaciones con la hasta ahora infructuosa reversión del cambio climático; reducir el consumo, algo que las previsiones no contemplan; y optimizar la gestión del uso para evitar perder entre el 20% y el 50% de los recursos existentes. En el último frente, la tecnología es un equipo fundamental. Investigadores de todos los campos buscan soluciones para no sentirse insatisfechos porque la vida es imposible.

Carmen Flores Cayuela es investigadora del grupo Hidráulica e Riegos de la Universidad de Córdoba y forma parte de tic4biouna plataforma digital financiada con fondos europeos y la Junta de Andalucía para optimizar el uso del agua y mejorar la biodiversidad en el campo, donde se encuentra consumen el 80% de los recursos hídricos. Cualquier mejora porcentual en este ámbito es crucial debido a su extraordinario peso en el consumo global. “Se puede aborrecer hasta un 20% y, además, si gana en eficacia porque se aprueba el 100% de lo que se utiliza”, asegura el investigador en la finca sevillana Cortijo El Puertodonde estaba instalado el sensor rojo.

Esta entrada de receptores a diferentes profundidades actúa a modo de terminaciones nerviosas de la epidermis terrestre. Se ha instalado una por cada 10 hectáreas (24 en total) y su coste por unidad de patrulla es de 1.000 euros. “Nosotros decimos la disponibilidad de agua, la humedad y la recomendación de agua”, explica Flores mientras muestra la aplicación móvil, desarrollada por Dacartec donde se reflejan los resultados de los datos registrados. Además, a partir de la información cargada manualmente y con la ayuda de un buscador de imágenes, calcula los índices de biodiversidad básicos para prevenir plagas y combatir la formación ecológica.

Un grupo de la Diputación de Sevilla, en el tendedero del almazara Cortijo El Puerto, donde un sensor monitoriza la parte caudal del agua.

La industria es el próximo gran consumidor de agua. Enrique de la Torre Liébana, es el consejero delegado de Ingeoliva, la empresa familiar propietaria de la finca y que produce alimentos ecológicos. Su almazara de dimensiones reproduce el esquema aplicado en el campo: un sensor para cada proceso crítico. Monitorear la parte caudal del segundo uso para lavado de frutas, tratamiento de azúcar y limpieza de todas las instalaciones. Dos años pasan del proyecto, en el que participa la asociación profesional española de producción ecológica ecovalíacon el objetivo de determinar el color del agua, el volumen necesario a producir.

“El objetivo no es sólo conocer el recurso necesario para cada proceso, sino también identificar los puntos de mejora para conseguir el mínimo posible”, explica De la Torre, quien asegura que la inversión merecerá la pena. “No se trata de rentabilidad sino de satisfacción personal, de compromiso con el medio ambiente. Eso no tener precio”, afirma tras reconocer que el rendimiento en este tipo de explotación es menor que en las intensivas. “Hay repercusión en el precio, pero el consumidor, una vez formado, está dispuesto a pagar un poco más”, asegura. El horror del agua que esperas perder es del 50%.

Luis Babiano, director de la asociación de operadores públicos de agua Eopá, defendiendo la importancia de todos los frentes, particularmente en España, “donde los recursos disponibles son insuficientes y los que han sido explotados hasta su atenuación”. “Priorizar su gestión eficaz es fundamental”, añade.

En esta parte donde el triunfo es el agua se incluye al tercer gran consumidor: el núcleo urbano. “En algunas de nuestras grandes ciudades, más del 20% del agua distribuida por la red se consume por fugas y en algunas zonas rurales llega al 50%”, afirma Babiano. “Se acepta que, en la costa, donde la actividad turística acelera la demanda, no se reutilice toda el agua depurada”, añade como ejemplo de aplicación de la tecnología en la gestión del agua.

Babiano defiende la digitalización de los procesos de distribución. “Es paradójico que con la tecnología existente no llevemos información completa del ciclo del agua, pérdidas por fugas, rotaciones o filtraciones o que el consumidor no sepa lo que bebe en su libreta diaria”, comenta.

Ramón Gonzáles Carvajal es catedrático de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Sevilla y participó en el desarrollo del Guía para la digitalización de los usos del agua, convocatoria gratuita promovida por Aeopas y Premio de Investigación del Consejo Económico y Social de Andalucía.

Un operador de Emasesa instala un contador digital con lectura remota.Emesa

Asegura que en el abastecimiento urbano se sabe “más o menos” cuándo se pierde el agua, aunque se admite que la situación es deseada: “Hay muchos ayuntamientos que no saben dónde están los tubos, que nunca han levantado un plan de los mismos y no saben la antigüedad del rojo”. “El problema”, añade, “es que solucionarlo es muy difícil porque implica una inversión gigantesca. La teoría dice que se debe renovar el 2% de los recursos del año.”

En el campo, donde está pasando lo peor, la situación empeora. “Algunas tuberías viejas pueden tener todas las fugas y no sabes por qué hacen que el agua viva. Sabe lo que obtiene, pero no sabe lo que obtiene porque no tiene una herramienta de meditación. Aunque hay comunidades de regentes tremendamente tecnológicos, no son mayoría”, explica el ingeniero.

Otros usos

La tecnología no es sólo un camino de terror para operadores y usuarios, que pueden seguir el consumo diario y detectar errores en números rojos o distinguir entre fugas y fraudes. También puede servir como indicador predictivo de la demanda para tomar decisiones o promover campañas de terror e incluso ser un rescate. Según González Carvajal, ya existen cámaras multiespectrales que procesan el espectro de luz del agua y sirven para predecir cuándo el suminister dejará de ser apto para el consumo. Y también puede servir para que se puedan monitorear los servicios sociales, sin su consentimiento, a comunidades vulnerables.

Los contadores cuentan, por un coste de 150 euros, con tecnología suficiente para garantizar una vida útil de 12 años con gestión de la información en tiempo real de todo el ciclo del agua. El coste mensual sería de poco más de un euro. Allá guía de digitalización facilita la elección, compra y uso de esta tecnología y los datos que aporta.

Para las grandes empresas la inversión es rentable. En la empresa de suministro sevillana Emasesa ha encargado un registrador sólo de pérdidas técnicas, las que son inevitables en un rojo que abastece a un millón de usuarios. Sin embargo, para los municipios pequeños el resultado es un desafío que implicaría tarifas bajas o concesiones de servicios, pero no sólo las empresas privadas quieren asumirlo por la insuficiencia o nula expectativa de beneficio. “La única forma de conseguir que esta nueva ola de modernización sume a estos municipios es ofrecer incentivos y que los estudiantes estén en una escala suficiente para poder disponer de tecnologías y técnicos que gestionen la red de forma discretizada”, explica el profesor de la Escuela de Ingeniería de Sevilla.

“El agua es un bien preciado y la única forma de gestionarla mejor es tener más información. Si tenemos agua para cuatro años y con la digitalización llegamos al 20%, al final tendremos agua para 5 años”, continúa González Carvajal.

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